Entre el 3200 y el 3100 A.C. los fundidores de metales egipcios
descubren, de forma más o menos casual, el proceso de obtención en sus hornos
de un nuevo material: el vidrio.
El vidrio del antiguo Egipto está compuesto por ácido silícico,
calcio y sodio.
Su obtención presupone la capacidad de fundir cuarzo (ácido
silícico). La arena de cuarzo pura se vuelve liquida a una temperatura de por
lo menos unos 1600º C, mientras que con la adicción de sosa, sulfato sódico o
carbonato potásico funde incluso a 1200º C. Para ello se necesitan hornos
especiales con fuelles para impulsar aire.
Además es importante conocer también la composición de la
masa fundida. Los vidrieros egipcios mezclan arena con cal y sosa, fundiendo
esta materia prima en el interior de un orificio practicado en el suelo o en un
crisol de arcilla, una vez frío, se separa del crisol.
Para conferirle forma, se calienta de nuevo y se enrolla
sobre una base.
No hay comentarios:
Publicar un comentario