
Hacia el 3000 A.C. gracias a los tornos basados en la
aplicación del principio del arco, los artesanos del oriente medio fabrican
piezas de madera torneadas.
La madera con la que se va a trabajar es una rama cilíndrica
o un tronco delgado. Se le fija por ambos extremos y a su alrededor se enrolla
una cuerda, situada exactamente por delante de uno de los puntos de fijación.
Los extremos de esta cuerda, que mide más de medio metro, están
tensos y atados a los extremos de un palo de madera. El tornero está sentado
delante del torno y con la mano izquierda mueve el palo de madera en sentido
oblicuo con respecto a la pieza, lo que hace que gire. Con la mano derecha el
artesano maneja un punzón metálico; uno de sus pies realiza la función de
estribo.
Los torneros más diestros logran de este modo fabricar más
de una docena de piezas por hora
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