Hacia el año 3000 antes de Cristo los Sumerios descubren en
Mesopotamia la técnica de la fabricación del bronce. Este no es un metal
natural sino una aleación compuesta por un 75 a 95 % de cobre y un 5 a 25 % de
estaño.
Para llevar a cabo esta técnica se emplean hornos especiales
fabricados con este fin, cuyas dimensiones internas son de aproximadamente 2 x
2 metros de ancho y de 4 metros de alto.
Poco después del descubrimiento de esta aleación, que funde
entre 786º y 900º centígrados y que presenta una gran resistencia a la corrosión,
los Sumerios alcanzan un gran arte en la fabricación de estatuas de bronce y
herramientas.
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